lunes, 5 de marzo de 2012
"Maritza Rodriguez" la eterna niña de Barranquilla.
La belleza de Maritza Rodríguez es tan apabullante que parece de mentira. Su cabellera rubia que cae en bucles, los ojos claros y azules que irradian dulzura y su cuerpo silueteado con las curvas pronunciadas de la mujer latina la hacen parecer una ‘Barbie’ de carne y hueso. Si a esas cualidades físicas se le suma la sonrisa radiante que con frecuencia ilumina su rostro, muchos podrían decir que están ante la mujer perfecta.
Pero Maritza es mucho más que una beldad de pies a cabeza. Sabe bailar cumbia, es una actriz de talla internacional y ahora toda una empresaria. Acaba de terminar las grabaciones de La casa de al lado, novela de Telemundo transmitida en nuestro país con la que retornó al rol protagónico luego de participar en varias producciones como villana.
Volver a ser ‘la buena’ le causó vértigos, cansancio y debilidad. En algún momento sintió que no podía más. La llorada, la agitada, la presión de hacerlo todo rápido. “Uno no halla cómo explicarlo”, dice mientras intenta buscar las palabras adecuadas para describir esa sensación que produce el exceso de trabajo. “Le dices al cuerpo que esto es un momentito, pero es mentira. Fue pesado, pero al final sé que el esfuerzo valió la pena”. Está contenta porque la gente la asocia con el papel de Pilar. Por la calle ya no la llaman Maritza. Para el público ahora es Pilar.
A Barranquilla, la cuna de sus amores, volvió en época de Carnaval porque el calor de su hogar, de su gente, hacía que extrañara una tarde sentada en una mecedora debajo de un palo frondoso, un oasis de sombra que le recuerda sus días en esta tierra caliente.
Una de tardes de tregua en su más reciente visita a Curramba estaba caminando por un centro comercial y de repente escuchó el resonar de una tambora, se vio rodeada de la gente disfrazada en vísperas de carnavales y volvió a sentirse como cuando era una anónima, una vecina más del barrio San José. “A veces uno no aprecia esos detalles”, afirma como quien sabe que esos pequeños placeres cotidianos, debido a su trabajo, valen oro.
Maritza, la empresaria. El talante emprendedor de su espíritu ha cavilado lo suficiente para sentir que lo mejor que se puede hacer con el conocimiento es compartirlo. Sus años de lucha y trabajo que la han hecho escalar en el círculo actoral del continente son el activo que le permite comenzar uno de los proyectos con los que siempre soñó: una escuela de actores.
‘Caminos de actuación’ es la materialización de los planes que tiene Maritza en su rol de mentora y asesora. Este modelo de academia comienza con un tour de actuación en diferentes ciudades: arrancará en Bogotá, luego estará en Barranquilla del 16 al 21 de abril y terminará en Cali.
La costeña quiere sembrar la semilla para la gente que tiene talento logre encaminar una futura carrera y sepa qué hacer después de la preparación académica. “Quiero demostrar que se pueden lograr las cosas. Que Maritza Rodríguez de Barranquilla, de San José, arrancó como una persona común y corriente que pudo alcanzar sus objetivos en la actuación. Deseo que la gente pueda despertar dentro de sí este talento que tienen. No es suficiente tener habilidades, es necesario saber hacia dónde encaminan ese potencial, en qué se quieren convertir”, afirmó entusiasmada.
Con respecto a su línea de belleza, la idea es lanzar la línea de splash, que tienen nombres de diferentes sensaciones, para que la mujer decida cómo quiere sentirse cada día: Sweet, Kisses, Love, Passion, Magic y Seduction. También hay planes de sacar una línea de fragancias para hombres. Pero la noticia que más les interesa a sus coterráneos suena bastante atractiva: “Me estoy proyectando a tener mi primera tienda en Barranquilla, vamos a ver si este año lo logramos”.
Maritza, la extranjera. Es que en Colombia es así…” fue la frase más pronunciada de Maritza cuando llegó a Miami y la fijó como su residencia fija. Aunque se ha sentido muy bien y muy cómoda en la Ciudad del Sol, los primeros días no hallaba el acople necesario pues debió adaptar su ritmo de vida al de allá. “Aprendí a entender el sistema de Estados Unidos, a saber en dónde estás y a no sufrir tanto”.
Tiene una vida tranquila y eso le gusta. El trabajo y la vida personal guardan un límite donde no se trastocan. “En mi día a día me dedico a mí cuando lo puedo hacer. También me encargo del hogar, de cocinar, de estar pendiente de mi perrito Blacky, un french puddle chiquitico. Me encanta tomarme un fin de semana solo para estar con mi esposo, hacer ejercicio e ir a mis clases de cábala”, asegura. Ha fortalecido su parte espiritual porque ha descubierto que el crecimiento personal la hace mucho más fuerte, a estar más cercana a la gente entre más arriba esté en su carrera, a mantener los pies en la tierra.
Maritza sigue siendo la niña de Barranquilla, la del barrio San José. Ama el calor, sentarse en el balcón a leer un libro y evocar el aire cálido de su ciudad natal. Siempre está en contacto con sus hermanos y goza de pisar el suelo árido de La Arenosa. Anhela volver a trabajar en Colombia. “no sé cuándo ni cómo, pero lo haré”, exclama rotunda, como cuando decidió que lo quería hacer por el resto de su vida era actuar.
Nota por: Andrea Jiménez J.
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